domingo, 25 de noviembre de 2012

La amiga envidiosa que me levanto el mino






  Hace tiempo tuve una amiga a la que quería de verdad, como dice la canción.
  Íbamos juntas a todas, la uña y la mugre y el poto con el calzón quedaban chicos al lado de nuestra unida amistad.
  Hasta que la muy señora del zorro empezó a competir conmigo por la atención de los Minos y le daba lo mismo pisotearme por quedarse con el cetro a la más linda del lugar.
  Primero empezó con su show cuando salíamos juntas a las discos. Apenas veía que algún guachito rico se me acercaba coquetón, ella se interponía y se regalaba en bandeja con tal que el macho en cuestión dejara de pescarme.
Trate de no darle mayor importancia porque a pesar de sus innumerables boicot, no me faltaba donde comer. Hasta que conocí a un galán más lindo que el sol y me enamore.
  Pero la “buena” de mi amiga no paraba de coquetearle cada vez que lo veía y le importaba un comino que yo estuviera presente.
  Sin importarle mis sentimientos empezó a esparcir el rumor de que mi mino se la joteaba y en el carrete de mi cumpleaños, la vi tirándose encima de mi pololo (que estaba más cocido que botón de oro) para besarlo.
  De las mechas la saque de mi casa y la mande al sicólogo para que se tratara sus problemas de autoestima.
  De paso, eche también a mi pololo por haberse dejado querer y no haberle hecho nunca un párele a la califa de mi ahora ex partner.
  Ahí entendí que por mucho que uno quiera a una amiga, si es toxica es mejor alejarse de ella para no salir dañado y que entre tener amigas como esa o tener enemigos, prefiero a estos últimos porque al menos ellos no son cínicos al momento de traicionar.

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