jueves, 29 de noviembre de 2012

Ser amiga de ex... ¿ Es posible ?

 


 Mas de una vez me paso que me costo terminar con un pololo porque lo deje de querer como hombre, pero lo seguí queriendo como persona. y es lógico  porque a ese que quieres abandonar, formo parte importante de tu vida en un determinado espacio de tiempo.
  Pero eso es algo que tanto a tu ex como a tu pareja actual les cuesta entender.
  Recuerdo con especial cariño a un pierno que durante dos años fue mi puntal en una época en que pase un mal momento familiar.
  Gracias a el mis problemas se alivianaron y pude ser mas feliz, pero paso que derrepente mis intereses cambiaron y el estaba donde mismo y dejo de parecerme el macho regio y excitante que siempre había sido.
  Sin embargo, al dejarlo sentí que lo traicionaba y a pesar de que dejo de ser sexy, yo no quería perder a la bonita persona que era el. ¿ Difícil no ?
  Como también era importante para el y después de varias recaídas en las que nos hicimos daño, decidimos seguir siendo amigos por el bien de ambos.
  Al principio le costo mucho aceptar que yo construyera mi vida con otro, pero como nos brindamos apoyo mutuo, nos seguíamos acompañando incondicionalmente.
  Obvio que con ese con el que reconstruí mi historia amorosa no aceptaba que yo tuviera una relación tan cercana con mi ex y me armaba atados del porte del Everest, aunque yo no estaba dispuesta a dejar esa amistad.
  Y así fue por mas de 5 años, hasta que mi ex se enamoro de un mina celosa y el no estuvo dispuesto a jugársela por nuestra amistad.
  Su cambio fue radical e incluso me dejo de hablar, pero a pesar de eso, yo le sigo guardando cariño y deseando que sea muy feliz
  Por eso, queridas lectoras, yo creo que si se puede ser amiga del ex de forma honesta e inocente, pero no creo que lograr ese estado sea fácil...nada de fácil.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Cachito de paraguas, ¿a quien no le paso?...





   El alcohol a veces es nuestro aliado, pero otras, nuestro peor enemigo.
   Me paso una vez que después de mucho tiempo alejada de las pistas y sin zapatear en ninguna fonda, me salto la liebre para gritar un ¡¡¡¡¡ VIVA CHILE ¡¡¡¡¡.
Con el galán nos juntamos en una ramada y como nos conocimos hace algunos meses, no hubo drama para entrarle a la conversa y entrar a tomarnos unas chichitas suavecitas, para de a poquito entrarle al fuerte.
  Como la cháchara estaba buena, hubo una, dos, tres y hasta cuatro rondas de ponche con harta presa de durazno.
  Y junto con el alcohol, al cuerpo nos fue entrando la atracción y después del tercer copete ya nos parecíamos irresistibles.
  Encendidos por el fuego de la pasión y envalentonados por el maldito ponche y el vino, comenzamos con los besitos y los abrazos que sacan pedazos en la ramada.
  Como la sangre estaba caliente, arriba del taxi con destino a mi casa nos dimos un buen atracón sin ningún pudor por el pobre taxista que hacia su servicio al volante.
  Cuando llegamos a mi departamento, la ropa voló por los aires antes de llegar a la cama.
  Su piel y mi piel se revolcaron juntas por sobre la alfombra y nuestros cuerpos solo deseaban unirse en uno solo.
Éramos pura pasión y hasta que mi socio con cara de espanto soltó: “Mi muñequito no quiere funcionar”.
Y sus palabras fueron como un balde de agua fría sobre mi humanidad.
  Hace rato no le veía el ojo a la papa y andaba más ganosa que colombiano después del partido con chile, así que hice todo por revivir a su bebe y devolverle las ganas de amarme.
  Trate hablándole cerquita al micrófono. Le hice una princesa a caballo. Probé una llave china, pero no hubo caso con levantar al muertito.
  Me tuve que conformar con su cachito de paragua y con dormir cucharita.
  Pero como no hay primera sin segunda, le di otra oportunidad de re indicarse y esta vez, con arto menos copete encima, pudo demostrarme el hombre chileno, viril y bueno para la cochina que era.

La amiga envidiosa que me levanto el mino






  Hace tiempo tuve una amiga a la que quería de verdad, como dice la canción.
  Íbamos juntas a todas, la uña y la mugre y el poto con el calzón quedaban chicos al lado de nuestra unida amistad.
  Hasta que la muy señora del zorro empezó a competir conmigo por la atención de los Minos y le daba lo mismo pisotearme por quedarse con el cetro a la más linda del lugar.
  Primero empezó con su show cuando salíamos juntas a las discos. Apenas veía que algún guachito rico se me acercaba coquetón, ella se interponía y se regalaba en bandeja con tal que el macho en cuestión dejara de pescarme.
Trate de no darle mayor importancia porque a pesar de sus innumerables boicot, no me faltaba donde comer. Hasta que conocí a un galán más lindo que el sol y me enamore.
  Pero la “buena” de mi amiga no paraba de coquetearle cada vez que lo veía y le importaba un comino que yo estuviera presente.
  Sin importarle mis sentimientos empezó a esparcir el rumor de que mi mino se la joteaba y en el carrete de mi cumpleaños, la vi tirándose encima de mi pololo (que estaba más cocido que botón de oro) para besarlo.
  De las mechas la saque de mi casa y la mande al sicólogo para que se tratara sus problemas de autoestima.
  De paso, eche también a mi pololo por haberse dejado querer y no haberle hecho nunca un párele a la califa de mi ahora ex partner.
  Ahí entendí que por mucho que uno quiera a una amiga, si es toxica es mejor alejarse de ella para no salir dañado y que entre tener amigas como esa o tener enemigos, prefiero a estos últimos porque al menos ellos no son cínicos al momento de traicionar.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Hasta los arboles sirven a la hora de amar




   Para dar mi amor no tengo barreras.
   Me gusta probar poses, juguetes cochinos y dejarme querer donde me baje la pasión.
   Para empezar, perdí la flor en el vagón de un tren.
   Otra vez incursione en un cerro, otra en el baño de un bar y una vez detrás de una puerta en la casa de un pololo de juventud.
   Pero el sitio más insólito donde alguna vez probé las artes amatorias fue en la copa de un árbol. Claramente era joven, flexible y liviana como primate.
   Estaba de vacaciones en el campo de un tío, con mis primos y amigos de estos.
   Entre el lote hubo un espinilludo que me desordeno las hormonas y con el que me arrancaba al río para retozar entre los juncos.
   Una vez estábamos de lo mejor jugueteando en la arenita hasta que llegaron todos mis primos chicos a jugar al río y nosotros, que estábamos medios piluchos, nos montamos en un sauce para pasar piolitas.
   Como estábamos más calientes que piedra de curanto, no nos aguantamos las ganas y entre ramas terminamos lo que habíamos empezado a la orilla.
   Lo malo fue que mis primos no se fueron nunca del río y tuvimos que esperar tres horas para bajar del sauce, por lo que la anécdota nunca se me olvidó.

Una cuestión de olor



  Siguiendo con las historias de citas a ciegas que les he relatado durante las últimas semanas, recuerdo una que tuve con un chiquillo bien simpático.
  El tipo no era feo, pero tampoco digamos que bruto que guapo. Sin embargo, era de conversa fácil y, lo más importante, escuchaba todo lo que yo decía.
  Nos llevamos bien a la primera y nos reíamos mucho en nuestros encuentros, pero igual hubo un pero: no me gusto su olor.
  No es que el tipo fuera hediondo. Se notaba que era de los que se baña todos los días y no se repite el calzoncillo… era más bien una cuestión de PH.
  No había caso, podía estar con él en el mismo lugar, pero no cerca, porque su olor me producía rechazo. Ni con 20 piscolas me lo hubiera agarrado. 
  Y para peor, cuando se ponía perfume hacia una mezcla fatal.
  Al rato descubrí que el problema era de mi olfato y no de él, porque se lo presente a una amiga y además de encontrarlo olorosito, lo encontró rico… y se lo comió con aroma y todo.
  Esta situación me provoco una gran duda y leí cuanto articulo pille por ahí sobre la química y el olor.
  Al final, concluí que el asunto entre el, su aroma y yo, era pura falta de atracción carnal y que no estábamos predestinados por la naturaleza a procrear.
  En cambio, con mi amiga, tuvieron tres niños rosados, felices y de rica fragancia.
  Por eso, si no te gusta el olor de alguien, mejor hazte a un lado, porque menos te va a gustar como te besa o como te hace la cochina.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Cuarentonas: ¿ La nueva competencia ?


Como odio a las cuarentonas.
Hace 20 años una mujer de 40 años vestía, caminaba, hablaba y tenia cuerpo y actitud de señora.
Hoy, tienen mejor gusto que las treinteañeras, y , algunas, se gastan una forrada de niñitas de 15.
Antes, una mujer de 40 era sinónimo de madre. Hoy, es igual a una minasa que llama la atención en cualquier mambo y que opaca a las veiteañeras con su actitud de mujer madura. las odio.
Una vez estuve enamorada de un chiquillo que era 5 años mayor que yo, babeaba por el y apenas lo veía se me soltaban los elásticos de los calzones.
Yo también le gustaba, o al menos eso me decía, pero en practica no me pescaba mucho.
Pero como yo soy de esas que no se da por vencida, fui perseverante y lo perseguí hasta que fue mio.
Estuvimos como 2 semanas juntos hasta que un día me pateo.
En un arranque de sinceridad me contó que estaba comiéndose a una mina mayor y que lo calentaba mas que yo.
¡¡¡¡ MALDITA ZORRA ¡¡¡¡¡¡, pensé. y me decidí a descubrir quien era la que me había robado a mi hombre.
Era una colega de su pega. Alta, delgada y con mas cintura que yo. Con dos cabros chicos y practicas diarias de yoga. Por supuesto Separada.
La maldita era mezcla perfecta entre la flexible y la experimentada. Hasta yo me hubiera cambiado por ella.
Lastima que la cuarentona se aburrió rápido de mi chiquillo y ligerito se busco a un galán de su edad.
Ella misma termino por vengar mi deshonra.

Mi primer Terremoto

 La primera vez que tome terremoto fue a los 19 años.
 Junto con un grupo de compañeros de trabajo fuimos a la "PIOJERA" a celebrar el fin de mes y de paso, tuve mi primera experiencia con su dulce sabor.
 Cuando llegue al local andaba mas funada que mecanico de "Atrapa los millones", me había mandado la mansaca y ni el sindicato de tonys me hacia reír, Pero después del primer vaso, se me subió el animo y las ganas de carretear.
Como el brebaje es baratito y se me había calentado hasta la muela del juicio, pedí una segunda ronda para mi y todos mis amigos.
Total, había penas que olvidar.
Con esta segunda patita me prendí y me puse la mas dicharachera del grupo. Baile, cante y conté chistes que, según yo, eran de lo mas graciosos.
Con el tercero empece a hablar en idiomas, a botar el copete y a ponerme coqueta con un amigo.
Al cuarto vaso de medio que me zampe ya no recuerdo mas. Tome la micro en piloto automático y cuando desperté, al día siguiente, no recordaba porque estaba en la casa de un amigo medio empelota y en su cama,  con el.
  Cuando recupere la conciencia (era un milagro que estuviera viva), le pregunte a mi amigo que había pasado la noche anterior y me respondió que nada porque me quede dormida mientras me desabrochaba la blusa.
  El premio por haber respetado mi borrachera, lo invite a un caldillo de congrio a la vega para pasar la caña.
 Ese día estuve invocando a guajardo toda la tarde y no me recupere en un 100% hasta los tres dias después.
Después de eso ya no paso los 2 terremotos al hilo.